Como científico occidental educado bajo el paradigma científico newtoniano/cartesiano, mi encuentro con el budismo y el taoísmo en Asia Oriental fue un punto de inflexión en mi vida. Lo que realmente me fascinó más de estas filosofías perennes fue su visión del ser humano como un ‘pequeño universo’. Somos ‘nosotros’ quienes contienen la capacidad de liberarnos de nuestro propio sufrimiento y, por ende, del sufrimiento de nuestro planeta.

Así que comencé mi viaje interior. ¿Quién soy? ¿Por qué nací? ¿Quiénes somos como humanos? ¿Cuál debería ser nuestro lugar en este Mundo? La práctica del Zen y el estudio de la metafísica taoísta durante mis años en Corea del Sur me permitieron (re)conectar con mi verdadero yo e indagar sobre la naturaleza fundamental de la vida.

Durante algún tiempo, exploré mis dos campos de investigación -los negocios sostenibles y la sabiduría de las filosofías perennes- por separado. ¿Cómo podría dar sentido a combinar mi búsqueda espiritual con mi pasión profesional? Parecían estar en desacuerdo entre sí. Sin embargo, cuanto más profundizaba en mi estudio y práctica, más cercanos se volvían. Finalmente me di cuenta de que el verdadero valor estaba en unir estas disciplinas, así que elegí trabajar en este camino intermedio como mi manera de cerrar la brecha entre humano y naturaleza que se destaca como la causa raíz de nuestras crisis.

Desde entonces, aplico las filosofías perennes de Asia Oriental en enfoques y métodos prácticos de sistemas para la regeneración a nivel individual, organizacional y socioeconómico.