Una lección fundamental que he aprendido tras más de 20 años en consultoría es que no podemos alcanzar nuestros objetivos, crear organizaciones de impacto positivo y transformar nuestros sistemas a menos que aprovechemos el poder de la inteligencia colectiva.

La consultoría tradicional se ha centrado principalmente en aportar expertise externo para resolver problemas organizacionales experimentados internamente. El problema de este enfoque es que el conocimiento no es co-creado y, por lo tanto, no se interioriza ni es propiedad de los equipos e individuos que se supone deben implementar las soluciones externas. He visto fracasar la mayoría de estos proyectos. E incluso si algunos de ellos tuvieron éxito, no sentí que fuera la manera correcta de hacer las cosas.

Tras años de desilusión como consultor tradicional, adopté un enfoque diferente, al que llamo consultoría orgánica. La denomino orgánica porque la consultoría es un proceso orgánico que ocurre en organismos vivos, y mi premisa es que cualquier organización y equipo es un organismo vivo, un sistema vivo.

Este es el enfoque que utilizo cuando trabajo con clientes y otros colaboradores en el desarrollo y diseño conjunto de soluciones a problemas y desafíos complejos. Se basa en tres fases, que no son necesariamente secuenciales:

Inteligencia
colectiva

3 fases, 3 beneficios

No puedo decirte que este enfoque siempre conduzca a los resultados deseados. Hay una miríada de otros factores que pueden surgir y afectar los resultados planificados, llevando a resultados inesperados. Pero este enfoque nos permite captar la emergencia y habilitar la novedad. Y en todos los casos, tiene sentido lo que está siendo desarrollado por los mismos desarrolladores. Y sí, lo encuentro mucho más efectivo y eficiente que el enfoque tradicional.

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